Ana se encuentra sentada en su cama platicando sobre las cosas bellas de la vida con Sara, su amiga de toda la vida, la madre de Ana entra en la habitación, invita a ambas a comer, Sara se niega pues ya se debe marchar, al levantarse de la cama para despedir a su amiga Ana pide su bastón para invidentes y camina con rumbo a la salida. Ana se ha sometido a una operación, Sara y su madre van de visita al hospital para verla, al ver por primera vez las cosas, Ana, se lleva una decepción enorme pues las cosas no son como ella se las imagina. Un poco resignada abraza sumadre, quien al igual que su amiga está emocionada por la situación.

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Ahora Ana tiene nuevas responsabilidades a las que no estaba acostumbrada al igual que el trato que recibe de su madre que además ya no es tan sobreprotectora, las diferencias y fricción entre ambas son cada vez más notorias. En el exterior situación es similar pues Ana parece estar más decepcionada y harta de las cosas a medida que va conociendo la realidad. El tiempo ha pasado y Ana ya ni si quiera recibe a su amiga, no sale a la calle, no se preocupa por su apariencia está inmersa en su propio mundo recluida lejos de todo, desesperada la madre intenta sacar a su hija de la habitación, pero el conflicto es inevitable, mientras la discusión aumenta de intensidad en el forcejo fuera de la habitación Ana sufrirá algo que será decisivo para el resto de su vida y la de su madre.